caza de brujas

Más allá de la escoba: Una reflexión sobre la misoginia detrás de la caza de brujas

La palabra “bruja” ha estado muy presente en mi vida desde que recuerdo. Mis películas favoritas de niña eran en las que existía una poderosa hechicera capaz de ser una con las fuerzas de la naturaleza. Mujeres con conocimientos profundos sobre remedios y pociones capaces de curar hasta la herida más dura y con una sabiduría inaudita sobre los hilos que nos mueven más allá de lo que vemos y sentimos en el mundo físico. Sin embargo, las referencias que me ofreció la industria del entretenimiento distan del concepto de bruja que he compuesto durante años de investigación sobre el tema.

Pensar en brujas quizá nos lleve automáticamente a una mujer físicamente condenada a rasgos más bien diabólicos, sola, generalmente vieja y con intenciones siempre malignas.

Pensar en brujas quizá nos lleve automáticamente a un grupo de mujeres que se reúnen en secreto para copular con el diablo, con un alma vengativa y siempre buscando eliminar a “la más agraciada” de todas.

Pensar en brujas quizá nos lleve automáticamente a una mujer montada en una escoba, recitando canciones con la intención de llamar a los niños para encantarlos y comerlos.

Y no nos culpo. La verdad es que todos creemos saber de qué estamos hablando cuando alguien menciona a las “brujas”.

Hoy tengo una propuesta distinta.

Mi invitación es que cada vez que pienses en una bruja automáticamente evoques la imagen de una mujer —generalmente inocente— condenada a la hoguera por un grupo de hombres, sin ningún respaldo legal que la salvaguardase después de sufrir torturas.

Quiero que cuando vuelvas a leer un “somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar” pienses que la caza de brujas alcanzó su punto álgido al comienzo de la Edad Moderna, aunque se gestó mucho antes cuando a las mujeres se les asociaba con los demonios y herejes.

Me gustaría que cada vez que nos topemos con una romantización —de lo que verdaderamente fue la primera matanza por razones de género en la historia— pensemos en que eso fue posible gracias a una misoginia cocinada a fuego lento, la cual se enraizó en la sociedad y convirtió a las mujeres en las enemigas.

Aunque no exista un consenso general sobre el número total de víctimas durante la caza de brujas —y parte de esa cifra también incluye a hombres acusados de brujería—quiero que, cada año durante estas fechas, recordemos que existió una manual llamado “El martillo de las brujas” en el que se detallaban los métodos de tortura que acabaron con generaciones enteras de familias. Linajes femeninos enteros destruidos por el fuego de la hoguera.

Mi invitación es a que antes de pensar en estas mujeres asesinadas únicamente como transgresoras y poderosas, demos unos pasos hacia atrás y también volvamos a esa época —no tan lejana como quisiéramos— en las que un simple rumor podía condenarte a ti y a tus hijas a un destino en la horca. O a ser consumida por el fuego.

Las razones religiosas que dieron pie inicialmente a la caza de brujas transmutaron a otra cosa. Y sí, aunque en este siglo ya el concepto de Dios no es el eje central de la sociedad —y sabemos que la última persona que fue ajusticiada por practicar brujería en Europa fue Anna Göldi en 1782—, quiero invitarnos a nunca olvidar que hay mujeres y niñas que todavía son asesinadas luego de ser acusadas como brujas en África y nuestra propia región.

Finalmente, te hago una última invitación en forma de pregunta: si el manifiesto “Somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar” fue escrito por una mujer española y blanca bajo el seudónimo Tres Voltes Rebel, para hablar sobre la experiencia de ser mujer en sociedades patriarcales y el mito de la bruja como “icono feminista”, ¿en dónde queda la experiencia de las mujeres negras que también mataron por brujería o incluso peor, fueron esclavas?

Pero eso es tema para otra día.

Palabras que (Post de Twitter)

Migrantes desaparecidos y población indígena en riesgo, los temas a abordar desde “Narrar Fronteras”

Cuatro proyectos periodísticos con perspectiva de género y alto impacto social destacaron para obtener las becas otorgadas por el programa “Narrar Fronteras”. Esta iniciativa de la Red de Periodistas Venezolanas (RDPV), con apoyo de Free Press Unlimited (FPU), además contó con la participación de 40 personas, entre periodistas, fotógrafas(os), videógrafas(as) y trabajadores de la comunicación que viven o laboran en zonas limítrofes venezolanas.

Los participantes asistieron a las cinco sesiones principales, y una electiva, de la fase de formación en temas indispensables para la cobertura de las fronteras. Cómo abordar historias sobre trata y tráfico de personas, seguir los pasos de los migrantes venezolanos en su camino a encontrar una mejor calidad de vida. O las medidas de seguridad y autocuidado de les periodistas para minimizar los riesgos de su labor en contextos peligrosos fueron algunas de las áreas abordadas.

Las heridas de la migración y los riesgos que enfrenta la población wayúu

Luego de la fase de capacitación, los asistentes presentaron sus propuestas para obtener las becas, que cuentan con un apoyo económico de hasta 3 mil dólares por proyecto, además de la mentoría y apoyo editorial brindado por la RDPV. De 12 postulaciones recibidas, luego de un minucioso proceso de evaluación por parte de un calificado panel de expertas, las ganadoras son:

  • Que aparezca mi muchacho”: Relatos sobre desapariciones forzadas transfronterizas en la frontera colombo-venezolana ocurridas entre 2016 y 2020. Por Kaoru Yonekura, Walter Molina y Luis Estévez.
  • No fue la mar: El rastro de las que se fueron y las que se quedaron”: Abarca historias de mujeres que han visto sus vidas afectadas por la migración forzada que existe en Venezuela. Esto llevó a sus familiares a salir de manera ilegal y clandestina por rutas marítimas en búsqueda de mejores oportunidades de vida y han desaparecido en el mar. Por Danielly Rodríguez y Nayrobis Rodríguez.
  • Mujeres wayuu: vivir y prolongar la vida entre fronteras”: Expone cómo las mujeres wayúu y su linaje permanecen en riesgo ante los retos enfrentados por las indígenas de La Guajira en el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos. Con ellas en peligro, la esperanza de supervivencia de este pueblo originario resulta comprometida. Por Betsabé Molero, María Fernanda Padilla y Génesis Daniela Prada.
  • Las ETS, asesinas silenciosas en el territorio wayuu”: Demuestra el impacto de los índices de contagio de enfermedades de transmisión sexual (ETS) que se registran en adolescentes y jóvenes indígenas wayuu en el eje fronterizo de la Guajira. Por Sailyn Fernández Ja’yaliyuu, Ana Karolina Mendoza, Leonel López y Rónald Fuenmayor Epinayu.

Cobertura de fronteras con perspectiva de DDHH y enfoque de género

A través de estas becas, las cuatro equipas seleccionadas contarán con tres meses para realizar su trabajo reporteril y preparar el contenido en los diversos formatos planteados, según cada proyecto. Posteriormente, realizarán la publicación y difusión de los resultados. En cada una de esas etapas contarán con acompañamiento editorial.

La Red de Periodistas Venezolanas agradece a cada participante por su dedicación y compromiso con las actividades de “Narrar Fronteras”. Este programa fue concebido con el objetivo de lograr una cobertura fronteriza más empática, respetuosa y de relevancia para toda la sociedad. Además, enriquecer el ejercicio periodístico desde una perspectiva de derechos humanos (DDHH), de género, igualdad y diversidad.

Para conocer las próximas convocatorias, les invitamos seguir las redes sociales de la RDPV, en Instagram, Facebook y X (antes Twitter). También pueden visitar nuestra página web Redsonadoras.com  y suscribirse al boletín Buenas Juntas.

mujeres que resisten desigualdad

Mujeres que resisten: Informe revela el alto precio de la desigualdad en Venezuela

Aunque la desigualdad y discriminación de género afectan a todas las mujeres en Venezuela, aquellas en los estratos socioeconómicos más bajos enfrentan las consecuencias de manera mucho más aguda. Estas mujeres no solo resisten ante enormes desafíos, sino que también demuestran una profunda resiliencia en un contexto que exacerba las dificultades que ya enfrentan.

Parte de esa realidad se plasma en el informe Mujeres que resisten: el alto precio de la desigualdad, edición 2024. Este esfuerzo de la Red de Mujeres Constructoras de Paz muestra cómo esta afectación diferenciada se presenta en las principales áreas que impactan a las mujeres: la salud, la educación y el liderazgo político y comunitario.

Para este análisis, se encuestó a 1.281 mujeres de diferentes edades y realidades económicas, en 17 estados del país (Anzoátegui, Apure, Aragua, Barinas, Bolívar, Carabobo, Delta Amacuro, Distrito Capital, La Guaira, Lara, Mérida, Miranda, Portuguesa, Sucre, Táchira, Yaracuy y Zulia). Sus respuestas complementaron los hallazgos con experiencias e información generada por otras organizaciones que tienen varios años trabajando en hacer incidencia por y para las mujeres del país.

La salud sexual y reproductiva en crisis

Uno de los aspectos centrales es la grave situación en materia de salud sexual y reproductiva. El 40 % de las mujeres menstruantes reporta no utilizar métodos anticonceptivos, una cifra alarmante que muestra el riesgo latente a embarazos no intencionados que, a su vez, perpetúa ciclos de pobreza y desigualdad.

El informe da cuenta de que 1 de cada 3 mujeres (34 %) se ha ausentado de sus labores por razones relacionadas con la menstruación, siendo el dolor la principal causa, seguida por la falta de productos de gestión menstrual y de acceso a agua limpia.

Otro de los hallazgos más preocupantes es el alto índice de violencia obstétrica. 53 % de las mujeres que han dado a luz en Venezuela reporta haber sufrido algún tipo de violencia durante su parto, un porcentaje que aumenta al 60 % en las mujeres de estratos más bajos. Estas mujeres enfrentan maltratos, negligencias y violaciones a su autonomía en uno de los momentos más vulnerables de sus vidas. El sistema de salud público no cuenta con los recursos suficientes para garantizar partos seguros y dignos, lo que incrementa las probabilidades de violencia obstétrica en las mujeres más pobres.

Esta forma de violencia, que ocurre en un entorno que debería ser de protección, es invisibilizada en gran parte de la sociedad venezolana, a pesar de las leyes que reconocen su existencia y la prohíben.
Revela el informe que son también las mujeres de menos recursos quienes más prejuicios y estereotipos sexistas sostienen, lo que se explica por la falta de acceso a educación y también por las desiguales responsabilidades que tienen en el hogar.

Las tareas de cuidado no remunerado, el gran bastión de la desigualdad

Las diferencias entre la cantidad de horas que le dedican hombres y mujeres a las tareas de cuidado del hogar y crianza aumentan notablemente cuando se trata de hogares de estratos más bajos. El estudio hace mención destacada a la participación política y comunitaria de las mujeres venezolanas. A pesar de que el 94 % considera necesario un cambio político en Venezuela, las de estratos socioeconómicos bajos enfrentan mayores barreras para su participación activa. Solo el 25 % está involucrada en actividades políticas o comunitarias, en comparación con el 35 % de las mujeres de clases más altas.

Las dificultades económicas, la falta de acceso a educación y la limitada representación política son algunos de los obstáculos que dificultan su participación. Además, el 21 % de las mujeres de estos estratos expresó temor a represalias por votar libremente, lo que refleja un entorno de coacción y vulnerabilidad que afecta directamente su capacidad para influir en los procesos democráticos.
La encuesta revela que, aunque el 99 % de las niñas y adolescentes en Venezuela están inscritas en el sistema educativo, solo 58 % asiste diariamente a clases, una cifra que es aún más baja en los estratos socioeconómicos más bajos, donde la asistencia diaria se reduce al 47 %.

Factores como la falta de maestros, la suspensión de clases y la inseguridad económica continúan afectando el acceso a una educación de calidad. Tal y como mencionamos en el informe pasado, con este trabajo no queremos limitarnos a documentar la situación actual, sino también concienciar sobre la necesidad urgente de tomar medidas que brinden apoyo y oportunidades a las mujeres en Venezuela reconociendo las diferentes condiciones que sufren aquellas con menos recursos y cuán importantes son para la reconstrucción del país.

La Red de Mujeres Constructoras de Paz es una alianza entre líderes comunitarias, activistas y periodistas de Venezuela, que tiene como objetivo aportar registros y contenidos para el reconocimiento y la visibilización de la desigualdad de género, y también en la sensibilización sobre temas fundamentales relativos a las mujeres.

cobertura fronteriza periodismo

Seguridad en la cobertura fronteriza: Que hacer periodismo no nos cueste la vida

El riesgo de cubrir las dinámicas fronterizas aumenta cuando las mujeres periodistas se insertan en estas áreas para cubrir sus realidades. Y aunque no deja de ser necesario revelar al mundo la complejidad de lo que se vive en las zonas limítrofes, procurar la seguridad y el autocuidado de las equipas periodísticas es igual de indispensable. Porque sin periodistas a salvo, no se pueden contar esas historias.

Maye Primera, con más de 20 años de experiencia en la cobertura de temas políticos, migración y derechos humanos; y Ronna Rísquez una de las periodistas más reconocidas en la cobertura de seguridad y crimen en Venezuela, autora de libro sobre la banda criminal “El Tren de Aragua” , ofrecieron sus recomendaciones como investigadoras expertas en áreas fronterizas. 

Ambas periodistas han enfrentado riesgos significativos en sus coberturas en distintos países de América Latina. Esto les ha brindado una comprensión amplia y detallada de los desafíos que conlleva trabajar en terrenos peligrosos. Y es a partir de esas experiencias que comparten sus aprendizajes más importantes para quienes quieran adentrarse en esas zonas.

Dinámicas y riesgos fronterizos

Ronna Rísquez resaltó la importancia de entender las dinámicas cotidianas de quienes habitan las fronteras. Puso como ejemplo las ciudades cercanas a la frontera venezolana, como en el estado Táchira, donde las personas cruzan regularmente entre países por razones de trabajo o educación. Al cubrir este tipo de áreas es esencial comprender las motivaciones y los riesgos que enfrentan estas comunidades.

Apuntó que las fronteras son espacios donde confluyen diversos riesgos, como la presencia de grupos armados no estatales, contrabando, tráfico de drogas y trata de personas. “Hay que estar conscientes de que una frontera no es un parque de atracciones, sino un lugar con dinámicas y peligros distintos a otros territorios”.

Las características de las fronteras como “lugares de paso entre países” facilitan la existencia de estas dinámicas ilícitas. Subrayó que estos peligros no son exclusivos de Venezuela, sino que se presentan en otras fronteras como la de México con Estados Unidos o la de Chile con Bolivia.

Uno de los riesgos clave es la corrupción, tanto en los funcionarios de seguridad como en los servicios de migración. “Es común que algunos funcionarios se presten para manejos corruptos, cooperando con grupos criminales o permitiendo el paso de mercancías ilícitas”, advirtió. 

Autocuidado y protocolos de seguridad

Maye Primera enfatizó la necesidad de planificar cada cobertura. En su opinión, es imprescindible comparar los beneficios editoriales con lo que se arriesga al movilizarse para contarla. “Debemos preguntarnos si vale la pena asumir ciertos riesgos“, reflexionó sobre la tentación en el periodismo de buscar historias a cualquier costo. 

Destacó que la seguridad no solo debe ser física, sino también digital y emocional. El autocuidado psicoemocional es fundamental para las periodistas que, al cubrir situaciones de conflicto, están expuestas al trauma.

Recordó que, durante muchos años, no consideró su propia seguridad como una prioridad. “Nunca pensaba en mi seguridad personal, creyendo que era invulnerable”, dijo. No obstante, con el tiempo comprendió la importancia de tomar medidas preventivas.

Una de sus recomendaciones claves fue la creación de protocolos de seguridad detallados, que incluyan la planificación de cada aspecto del trabajo, desde los transportes a utilizar hasta la preparación de respuestas ante posibles emergencias. Ambas ponentes subrayaron la importancia de tener un plan de evacuación, sabiendo de antemano por dónde entrar y salir de una zona de conflicto.

Seguridad emocional y apoyo psicoemocional

 “Los periodistas, al igual que los bomberos o los paramédicos, vamos hacia el peligro cuando todos los demás intentan escapar (de él)”, indicó Primera, quien fue corresponsal de El País (España). Destacó la importancia de estar preparados para manejar el trauma y la ansiedad que pueden surgir al cubrir situaciones emocionalmente impactantes.

Recomendó no subestimar la necesidad de apoyo psicológico y destacó la importancia de buscar ayuda cuando sea necesario. El trauma vicario, que afecta a quienes están en contacto constante con el sufrimiento ajeno, es una realidad en este tipo de trabajo. Y puede tener consecuencias duraderas si no se aborda adecuadamente.

Para reducir sus efectos, es necesario prepararse mentalmente antes, durante y después de la cobertura. Buscar apoyo psicológico cuando se requiera, ya que las situaciones emocionales intensas pueden tener un impacto duradero. 

Las investigadoras expertas coincidieron en que la empatía es esencial, pero también se debe ser consciente de los propios límites. “No somos invulnerables, y la historia que cubrimos también nos afecta”, concluyó Primera. 

Mantener el foco: conseguir la información y difundirla

“No debemos perder de vista cuál es el objetivo del periodismo: informar. No se trata de demostrar cuán valientes somos o si tenemos miedo o no. El enfoque debe ser obtener información de interés público y difundirla dentro de nuestras capacidades”, acotó.

“Para mí, la vida de nadie, ni la tuya ni la de una fuente, vale una foto. Es un riesgo que pocas veces merece la pena correr”, sentenció Rísquez. La también colaboradora de la revelación de los Panamá Papers, agregó que, pese a esos riesgos, la cobertura de fronteras es valiosa y de alto impacto.

Ronna Rísquez y Maye Primera ofrecieron estas recomendaciones en la cuarta sesión sobre la seguridad y el autocuidado en la cobertura de zonas fronterizas del programa “Narrar Fronteras”. Este programa de la Red de Periodistas Venezolanas (RDPV) busca visibilizar la situación de las áreas limítrofes con una perspectiva de género y enfoque en los derechos humanos a través de la formación de periodistas. Puedes ver la tercera sesión aquí

trata de personas Estefanía Mendoza

Visibilizar la complejidad fronteriza, vital para enfrentar la trata de personas

La actual migración venezolana, que impulsa a millones de personas a recorrer América Latina, expone especialmente a mujeres y niñas a situaciones de vulnerabilidad extrema, incluida la trata de personas. Y la falta de una narrativa adecuada en los medios de comunicación para visibilizarla, limita la capacidad de las sociedades para identificar y combatir este delito.

Estefanía Mendoza, abogada feminista y coordinadora de Mulier de Venezuela, ofreció una profunda reflexión sobre la trata en el contexto de la migración venezolana. “Este delito avanza más rápido que la legislación y las políticas públicas”, resaltó. Es así como el papel del periodismo resulta esencial para alertar, educar y crear un entorno más seguro para todas las personas.

Trata y tráfico de personas, dos conceptos diferentes

Aunque a menudo se confunden, trata y tráfico de personas son dos términos que describen situaciones diferentes. Mientras que el tráfico implica la entrada ilegal de personas a un país, generalmente de forma voluntaria, la trata de personas es un crimen que viola los derechos humanos (DDHH) al someter a las víctimas a explotación. Esta explotación puede ser sexual, laboral o incluso para el tráfico de órganos.

“El tráfico es un delito contra el Estado, mientras que la trata es un delito contra las personas. La dinámica de tráfico es lo que conocemos de los ‘coyotes’, donde se paga para cruzar una frontera. En Venezuela, hemos visto paquetes turísticos para cruzar a Estados Unidos o para cruzar el Darién. Pero pueden terminar en trata si los traficantes detectan a mujeres solas o en situación de vulnerabilidad”, explicó Mendoza.

Enfatizó que, en muchos casos, las mujeres (y personas LGBTQ+) migrantes no reconocen que están siendo víctimas de trata hasta que ya es demasiado tarde. Recordemos que suele estar acompañada de coerción, engaño o violencia, lo que anula la capacidad de la persona para tomar decisiones libres sobre su propia vida. Por eso necesita visibilizarse cada caso.

La trata implica diversas formas de abuso

La también activista por los DDHH destacó que la trata de personas no se limita a la explotación sexual, a menudo vinculada con imágenes estereotipadas de mujeres encadenadas. También incluye la explotación laboral, el trabajo forzado y otras formas de abuso que, a menudo, pasan desapercibidas.

La trata de personas ha crecido hasta convertirse en el tercer delito más lucrativo a nivel mundial, después del narcotráfico y el tráfico de armas, lo que demuestra la magnitud del problema, dijo.

Mendoza insistió en que, tanto los estados como las organizaciones internacionales y los medios de comunicación, deben trabajar juntos para abordar la trata de personas desde una perspectiva interseccional. Las políticas públicas deben enfocarse en la protección de los derechos humanos de las personas migrantes, prestando especial atención a las mujeres y niñas, quienes son las más afectadas por este delito.

Además de la respuesta de los países de acogida, debemos analizar cómo responde el mismo gobierno venezolano. “El Estado tiene la obligación de proteger a las mujeres de la violencia y garantizar una vida libre de esta, lo cual es inherente a nuestros derechos humanos. No tiene que ver con que seamos venezolanas en Perú, en Colombia o en Venezuela”, señaló.

Perú y Ecuador, países inseguros para las mujeres venezolanas

La coordinadora de Mulier comentó que, de acuerdo con los informes que están elaborando, Perú es uno de los países donde la situación de las migrantes venezolanas es más crítica. Muchas de estas mujeres enfrentan formas extremas de violencia, incluso por parte de las fuerzas de seguridad, quienes en lugar de protegerlas, actúan como cómplices de los tratantes. Los medios locales, en muchos casos, no reportan con diferenciación la gravedad del problema, lo que contribuye a invisibilizar la explotación.

Lo que hace a estas mujeres más vulnerables es, en gran parte, la narrativa xenófoba y estigmatizante creada alrededor de la migración venezolana. Mientras que en el pasado, los venezolanos de clases más acomodadas eran mejor recibidos (como en la época de los dólares de Cadivi), la nueva oleada de migrantes, más pobres y vulnerables, genera reacciones mucho más hostiles. 

Esto incluye la hipersexualización de las mujeres migrantes. En países como Ecuador, “estos estereotipos han evolucionado a la percepción de la venezolana como ‘prostituta’, alimentados por el machismo y la violencia estructural contra las mujeres”, denunció Mendoza. 

El estereotipo de la venezolana “bella” o “miss” se reemplazó por la idea de que son más “deseables” o “sumisas” en el contexto de la explotación sexual. Al respecto, advirtió sobre el peligro de estas narrativas, que no solo deshumanizan a las mujeres, sino que también refuerzan la idea de que “venden mejor”, perpetuando así su vulnerabilidad.

Focos de explotación en las fronteras venezolanas

En las fronteras de Venezuela, particularmente en los estados Zulia y Táchira, se ha documentado un aumento en los casos de explotación sexual y laboral. Mujeres y niñas son obligadas a trabajar en condiciones de esclavitud en estas zonas. 

“El Arco Minero del Orinoco, por ejemplo, es un punto crítico. Allí la explotación minera ilegal y la presencia de grupos irregulares afectan gravemente a las comunidades indígenas y a las mujeres venezolanas, quienes recurren a las minas como medio de subsistencia”, precisó la especialista en violencia de género.

En la frontera y en el contexto de la virtualidad, la explotación sexual de migrantes venezolanas en casas de modelaje webcam es otro fenómeno alarmante. “Estas mujeres, muchas en situaciones de vulnerabilidad, son explotadas en este tipo de trabajos, donde el consentimiento se desdibuja y pasan de tener un trabajo sexual consentido a ser víctimas de trata”, resaltó.

Mendoza señaló que las zonas mineras de Brasil y las fronteras marítimas con Colombia, la explotación laboral y el tráfico de personas las convierte también en puntos críticos. “En las comunidades indígenas, la detección de víctimas de trata es aún más difícil debido a las barreras culturales y la percepción diferente de las fronteras”, agregó. Esta invisibilidad refuerza la impunidad de los tratantes y la falta de atención por parte de las autoridades locales.

Por una narrativa inclusiva y de alto impacto

En opinión de la abogada feminista, combatir la trata de personas de manera efectiva requiere de una coordinación conjunta entre los medios, los Estados y las ONG. Los objetivos en común deben ser la creación de narrativas más justas y humanas, que no perpetúen la xenofobia ni la estigmatización; y que promuevan políticas basadas en el respeto a los DDHH.

Estefanía Mendoza subrayó la importancia de ampliar y diversificar las narrativas en torno a la trata de personas. Esto implica no solo reconocer la explotación sexual y laboral, sino también visibilizar a las víctimas que, debido a los estigmas y la falta de políticas públicas adecuadas, permanecen invisibles. No solo mientras se movilizan en las fronteras, sino luego de establecerse en países receptores de la migración, pues las dificultades para regularizar su estatus migratorio persisten por largo tiempo.

A pesar de que el gobierno venezolano afirma tener un plan nacional contra la trata de personas, este no ha sido publicado, lo que refleja falta de transparencia y de acción concreta. Esta opacidad dificulta la implementación de políticas efectivas y limita la capacidad de los países receptores de migrantes para proteger a las víctimas.

La también consultora en temas de género ofreció este análisis sobre la trata de personas en su ponencia “Trata de personas, tráfico y otros problemas fronterizos”. Este fue el tema abordado durante la tercera sesión del programa “Narrar Fronteras“, impulsado por la Red de Periodistas Venezolanas (RDPV). Puedes leer la nota sobre la segunda sesión aquí

Femicidio Venezuela Utopix

Se comete un femicidio en Venezuela cada 47 horas, revela informe de Utopix

Entre enero y julio de 2024, se registraron un total de 108 femicidios en Venezuela, con 14 de ellos reportados solo en ese último mes. El más reciente informe de la ONG Utopix sobre este tipo de delitos revela cifras alarmantes de violencia contra las mujeres. Se estima que, en los primeros siete meses del año en curso, cada 47 horas se cometió un crimen que acabó con la vida de una venezolana dentro de su país.

Además, cada 36 horas se cometió un posible femicidio frustrado durante ese mismo lapso. Mientras que el año anterior, se contabilizaba uno cada 38 horas. Resulta más que preocupante esa tendencia en aumento con cada año que pasa. En 2023, el Monitor de femicidios de Utopix documentó 206 muertes asociadas a esta clasificación de crímenes contra las mujeres. 

Estos indicadores reflejan que a la emergencia humanitaria compleja que se vive el país desde hace varios años hay que sumarle una crisis en torno a la violencia de género. Sin mencionar la alta tasa de impunidad en los casos que se denuncian ante las autoridades y el subregistro de víctimas a quienes la justicia no alcanza.

Un problema estructural desatendido por el Estado

Estas 108 mujeres asesinadas entre enero y julio de 2024 representan vidas truncadas por falta de protección efectiva por parte de las instituciones del Estado venezolano

A pesar de que existe una Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la realidad demuestra que no se aplica. Los mecanismos de protección, como medidas cautelares o la persecución y detención de los agresores, fallan al no poder garantizar la seguridad de las víctimas.

En el informe de estos primeros siete meses del año, publicado en la página web de Utopix bajo la autoría de Aimeé Zambrano, se destaca que estas cifras no solo representan muertes violentas, sino que evidencian un problema estructural más amplio. Y que está vinculado a la violencia machista y a un sistema judicial que no actúa con la celeridad ni la sensibilidad necesarias para abordar estos casos.

Distribución geográfica y patrones identificados

El registro de los femicidios no se limita a un contexto específico, ya que se extiende por todo el país y afecta a mujeres de diversas edades, niveles socioeconómicos y realidades sociales, según muestra el informe. Sin embargo, queda claro que la crisis económica y social que vive Venezuela ha exacerbado la vulnerabilidad de las mujeres, quienes enfrentan mayores riesgos en contextos de pobreza, migración y falta de acceso a servicios básicos.  Un total de 16 venezolanas fueron asesinadas fuera de su país de origen.

Respecto a los 14 casos domésticos reportados en julio de 2024, entre 16 y 35 años osciló el rango de edad de la mayoría de las víctimas. También hubo un aumento de casos entre mujeres de 51 a 55 años. Armas de fuego, armas blancas y la provocación de asfixia mecánica fueron los métodos más usados para acabar con la vida de estas venezolanas. Cinco de ellas eran madres. Y una docena de niños, niñas y adolescentes quedaron en orfandad.

La impunidad como agravante de los femicidios

Del total de estos casos, seis de los cuerpos de las víctimas fueron abandonados en la vía pública. Además, dos mostraron signos de tortura y uno de mutilación.  Otro fue escondido en una maleta. El estado con el mayor número de femicidios consumados es Miranda, con cinco. Mientras que se registró uno por entidad en Distrito Capital, Aragua, Yaracuy, Monagas, Anzoátegui, Carabobo, Trujillo, Portuguesa y Apure.

Uno de los aspectos que resalta el informe de Utopix es la impunidad que rodea a estos crímenes. A pesar de la existencia de leyes para la protección de las mujeres, muchas de las denuncias de violencia de género no se atienden adecuadamente, lo que deja a las víctimas desprotegidas. 

En muchos casos, las órdenes de alejamiento no son cumplidas por los agresores, y las autoridades no responden con la urgencia requerida para evitar que las situaciones de violencia escalen hasta convertirse en femicidios

Por ejemplo, Utopix refiere que de 17 femicidas identificados, diez están detenidos; uno está fugado y dos se suicidaron tras cometer los crímenes. En cuatro casos no hay información sobre el status de los responsables de estas muertes.

La falta de formación en género y derechos humanos entre los cuerpos policiales y judiciales también agrava la situación. Las mujeres que denuncian violencia no siempre encuentran un trato respetuoso o eficiente por parte de las instituciones, lo que desalienta a muchas víctimas a buscar ayuda.

La invisibilización de las víctimas en Venezuela

Aunque los medios de comunicación reportan algunos casos, muchas veces la cobertura se limita a lo sensacionalista y no aborda las causas profundas de la violencia. Utopix ha estado trabajando para visibilizar estas problemáticas, no solo a través de sus informes, sino también mediante campañas de concienciación que buscan cambiar la narrativa sobre la violencia contra las mujeres en el país.

La ONG también ha enfatizado la necesidad de una mayor cobertura mediática responsable que no revictimice a las mujeres ni perpetúe estereotipos de género. En lugar de centrarse en detalles amarillistas, se requiere un enfoque que denuncie la inacción de las instituciones y la falta de políticas efectivas para protegerlas.

Es imprescindible que el Estado venezolano, en conjunto con organizaciones de la sociedad civil, tome medidas urgentes y efectivas para proteger a las mujeres. Además, los medios de comunicación deben jugar un papel más activo en la visibilización de esta problemática, más enfocados en las causas estructurales de la violencia de género.

Nota original e informe disponibles en Utopix – Monitor de Femicidios: Constructoras de Paz en VenezuelaInformación republicada con autorización de su autora, Aimeé Zambrano, en Redsonadoras.com.